Soy leyenda

Suligoy durante su estadía en Atlético Rafaela.

Muchas veces, la frase “esto es de culto” se utiliza para referirse a un objeto o producción artística, pero ¿cómo es que se adquiere esa peculiar característica? La respuesta es sencilla: cuando algo que supo ser un consumo masivo deja de interesar a la gran masa y solo pasa a ser atractivo para una minoría intensa. Una condición sine qua non para que algo sea de culto es el paso del tiempo. Cuanto más viejo, más valor sentimental tendrá para aquellos que rinden pleitesía, ya sea a una banda, una película o un libro. Los melómanos de antaño –aquellos que existían antes de la era Spotify- solían recorrer las ferias callejeras donde los puesteros exhibían su variada y muy difícil de conseguir mercancía. Lo mismo pasaba (y pasa) con los buscadores de libros o camisetas imposibles, quienes pueden llegar a pagar una pequeña fortuna por algún tesoro inesperado. Ahora bien ¿existen jugadores de culto? Pues claro que si.

Pertenecer a esta categoría es un raro privilegio que está reservado solo para unos pocos y, curiosamente, ser extremadamente talentoso con el balón no es garantía de que se va a integrar ese selecto grupo. Hay casos que son bastante conocidos por todos como por ejemplo el del inolvidable Tomás Felipe Carlovich, el Trinche. Con apenas un puñado de partidos en primera y toda una carrera en el fútbol del ascenso y en ligas regionales, la leyenda de Carlovich se transmite de generación en generación y, ante la ausencia de material fílmico, los relatos de sus proezas se enriquecen día a día con la voz de aquellos que juran haberlo visto en vivo y en directo. Que era mejor que Maradona, que rompió el record de mayor tiempo en posesión del balón, que Pelé se opuso a su fichaje en el New York Cosmos porque temía que lo opacara, que, en un amistoso frente a la selección argentina jugando para un combinado de la liga rosarina, el entrenador del team nacional pidió a su colega rival que lo saque en el entretiempo porque estaba bailando a los jugadores albicelestes. Algunas son ciertas, otras son verdades a medias y algunas directamente un invento. Nosotros elegimos creerlas todas.

Otros caso famoso es el de Darío Dubois, un esforzado defensor del deep ascenso argentino de los noventa y principios del nuevo milenio que jugó en equipos de la tercera y cuarta categoría del fútbol argentino. Apodo el Loco, todos aquellos que fueron sus compañeros lo recuerdan con cariño por ser un referente positivo en el vestuario y siempre luchar para mejorar las paupérrimas condiciones laborales de sus colegas de categoría. Pero, sin lugar a dudas, la gran mayoría de los hinchas que pintan canas lo conocieron cuando Darío fue noticia a nivel nacional por salir a jugar con la cara pintada. La primera vez fue jugando para Midland en el clásico contra Argentino de Merlo. Cuando el recio futbolista de pelo largo pisó el field con la cara pintada como un miembro de Kiss, la hinchada enloqueció. Pero el homenaje no era para Gene Simmons y Paul Stanley, sino para los noruegos de Dimmu Borgir, una de las bandas mas prestigiosas de heavy metal nórdico.

Es que Dubois, además de futbolista, era músico y, como metalero consumado, solía caer a los entrenamientos vestidos de gabardina negra y colgantes con cruces invertidas. Ojo, a no confundirse. Quienes lo conocieron hablan de él como un profesional excelente, que no tenía vicios y cuidaba su cuerpo como un templo. También era alguien sin caretas, que no tenía dramas en aceptar que estaba en pareja con una chica trans o que en el mundo del futbol era visto como un perro verde porque se trataba de un ambiente faschistoide. Como si fuera una cruel broma del destino, tanto el Loco Dubois como el Trinche Carlovich murieron victimas de hechos de inseguridad en 2007 y 2020 respectivamente.

Darío Dubois, el noble futbolista metalero.

Ahora bien, Juan Manuel Suligoy no fue un talento desperdiciado ni un iconoclasta que se reveló contra el orden establecido, pero también entra en la categoría de players de culto para aquellos que nacimos en los años ochenta. Según a quien se le pregunte, este delantero santafesino pudo haber brillado en Boca Juniors junto a Diego Latorre, Claudio Caniggia y el Ñol Solano o ser el hombre que llevó a Gimnasia y Esgrima La Plata a ganar tres Copas Libertadores de manera consecutiva. Hay quienes dicen que, después de romperla en Independiente, la Juventus de Italia pagó una cifra record por su ficha, mientras que otros afirman que, una vez que firmó con River Plate, nunca mas se fue del club. Incluso hay quienes aseguran que en el Manchester United rápidamente hizo olvidar al francés Eric Cantona. No, quien escribe estas líneas no está (tan) loco. Tampoco es que estemos entrando en una especie de multiverso de la locura. Para el Juan Manuel Suligoy que vivió en el PC Fútbol, todos estos escenarios fueron una realidad posible. Curiosamente, esta condición de ser una especie de Dr. Manhattan futbolero fue lo que hizo que el Suligoy real hoy sea recordado por miles de cuarentones que durante los noventa se enviciaron con el primer gran juego de computadoras de mánager que llegó a nuestro país. Pero antes de conocer la historia de Juan Manuel Suligoy, bien vale repasar como se creó este vicio que hizo las delicias de millones de adolescentes a ambos costados del Océano Atlántico.

****

1992 fue el año en el que, para muchos, España se subió al Primer Mundo. Barcelona fue sede de los Juegos Olímpicos, Sevilla acogió la Exposición Universal, se festejaron los cinco siglos del descubrimiento de América (o del comienzo del genocidio latinoamericano, según desde donde se mire) y la vida democrática lucía vigorosa en un país que aún tenía muy frescas las heridas del franquismo. Pero, tras los Juegos, el castillo de naipes pareció derrumbarse. La economía entró en recesión y el Caso Filesa –la creación de un entramado de empresas cuyo único fin fue la financiación del Partido Socialista Obrero Español en las elecciones generales de 1989- golpeó con dureza al presidente Felipe González. Aunque el PSOE volvería a formar gobierno en 1993, no son pocos los que sindican este momento como el final anticipado del felipismo, el cual se cristalizó tres años más tarde con la llegada al poder el Partido Popular. Además, esa especie de clima de concordia –o al menos de tolerancia mutua- entre España y los catalanes vivido en los JJ.OO. se esfumó en cuanto el último atleta se despidió de la Ciudad Condal (en la ceremonia de inauguración, los organizadores hicieron coincidir la entrada del Rey Juan Carlos con el himno de Catalunya para así ahorrarse el abucheo generalizado). Pero nada de eso parecía preocupar a miles de jóvenes (y no tanto) que, de la noche a la mañana, descubrieron una nueva droga bajo el nombre de Simulador Profesional de Futbol, mas tarde conocido como PC Futbol.

Aunque Dinamic Multimedia –la empresa desarrolladora- disfrutó de un relativo éxito en los ochenta con algunos títulos para consolas 8-bits (lo que en esta parte del mundo conocimos como Family Game), al momento de lanzar el juego se encontraba en una verdadera encrucijada. Las máquinas de 16-bits no habían tenido una buena penetración en el mercado español y, aunque tenían acuerdos comerciales con grandes del rubro como Electronics Arts y SEGA, esta relación limitaba la capacidad de innovación e inventiva. Finalmente, sería este nuevo simulador de fútbol lo que les permitiría despegar en el mercado y consolidarse como la compañía de videojuegos más exitosa de España. Aunque muchos señalan que la fuente de inspiración fue el Championship Manager, la chispa que encendió todo fue el Football Manager del inglés Kevin Toms. Gaby Ruíz, reconocido periodista y actual ojeador del Leeds United, fue quien le acercó a su hermano Pablo –uno de los fundadores de Dinamic- la idea de crear un juego de similares características, pero abocado al mercado español: “Desde mediados de los ochenta ya les insistía que sacaran un juego de fútbol, pero cuando  me reglaron el Football Manager -fue un presente de uno de sus hermanos que le trajo de Inglaterra- mi vida cambió. Me obsesioné con el juego y comencé a rogarles para que hiciéramos algo parecido aquí”.

El PC Futbol fue un éxito inmediato en España.

Una de las características de esta versión primigenia del PC Futbol fue su fácil jugabilidad. Si bien en la actualidad este tipo de simuladores se empeñan en replicar hasta el más mínimo detalle, en ese entonces el mercado hispano desconocía por completo la modalidad. Incluso aquella primera edición del Championship Manager (también publicado en 1992) era demasiado compleja para un usuario que aún no estaba familiarizado con este tipo de juegos. Pero, sin dudas, el mayor acierto de la Dinamic Multimedia fue la manera en la que se distribuyó el juego y su precio. En ese entonces, la cultura de los de los videojuegos no estaba tan extendida en España como hoy en día. Había salas de arcade y muchos tenían sus consolas particulares, pero la empresa decidió apuntar a un público mucho más amplio en el que no solo entraban los niños sino cualquier fanático que tuviera una computadora en su casa u oficina. El Simulador Profesional de Fútbol comenzó a venderse en los kioscos de revistas a un precio más que accesible. Dinamic había hecho una cuenta sencilla: para 1992, en el país solo había 1.000 tiendas especializadas en la venta de videojuegos, pero más de 30.000 puestos de diarios y revistas. La estrategia fue un rotundo éxito y, de la noche a la mañana, el simulador se volvió el pasatiempo favorito de los españoles.

En el equipo detrás del juego estaban implicados todos los hermanos Ruiz (Pablo, Gaby, Nacho y Victor, aunque Gaby era el más fanático del fútbol y el que más trabajó en la base de datos), Carlos Abril y Pedro Sudón, este último encargado de programar el simulador que recreaba los partidos. Una vez que el proyecto echó a andar, Dinamic se asoció con Hobby Press, una editorial muy conocida de España, la cual aportó no solo el músculo financiero sino también su experiencia en la distribución dentro del mercado editorial y una valiosa presencia publicitaria en sus revistas. El último ingrediente para el éxito fue conseguir a alguien del medio con fama y prestigio para que fuera la cara visible del juego, y ese fue Michael Robinson. Por ese entonces el ex-jugador del Manchester City, Queens Park Rangers y Liverpool había iniciado su exitosa carrera como presentador deportivo (se había retirado en 1989 jugando para el Osasuna) y ya era uno de los periodistas más reconocidos del país gracias a su programa en Canal+, que conducía junto al argentino Jorge Valdano. Tras mucho insistir, Carlos Ruíz logró una reunión con Robinson y el inglés no tardó en subirse al barco, pero no lo hizo por el dinero. Según el co-fundador de Dinamic, Robinson creyó en el proyecto desde un principio y les puso muy fácil las cosas a la hora de negociar. Cuando el PC Fútbol 2.0 apareció en los puestos de diarios de todo el país, lo primero que vieron los compradores fue a un sonriente Michael Robinson como sello de garantía.

Con cada nueva edición y las mejoras en la interfaz y en la jugabilidad, el PC Fútbol iba ganando adeptos que se contaban por cientos de miles, y no solo en España. Esto provocó que Dinamic Multimedia empezara a idear versiones con ligas de otros países. La primera de todas fue la Serie A italiana con el PC Calcio, un juego que, si bien tuvo una buena recepción, tardó en consolidarse (para la temporada 1997/98 salió el PC Calcio 6.0, quizás el mejor de toda la saga por fuera de España). Más tarde vendrían las ediciones de Argentina e incluso Francia. Ahora bien, la apertura hacia los nuevos mercados hizo que el volumen de trabajo aumentara considerablemente, por lo que el equipo de Dinamic –que seguía funcionando como suerte de empresa familiar y no tenía demasiados empleados- se sometía a maratónicas sesiones de trabajo para cumplir con los plazos establecidos de lanzamiento. Las últimas semanas previas a que la nueva edición del juego saliera a la venta eran las más terribles, con agotadoras jornadas laborales donde se dormía muy poco y se trabajaba a base de un coctel de Red Bull y Katovit, un fármaco de comercialización legal que fue muy popular durante los noventa entre los estudiantes españoles por sus efectos similares a los de las anfetaminas, pero que fue retirado del mercado en 2002 cuando se comprobó que no solo no servía para mejorar la concentración sino que era muy perjudicial para la salud.

Michael Robinson, la eterna cara del PC Fútbol.

Pese a esto, los retrasos a veces eran imposibles de evitar y la gente se impacientaba hasta el punto de organizar protestas. Aunque Dinamic diversificó sus productos e incluso replicó exitosamente la fórmula con el PC Basket, la joya de la abuela siguió siendo la saga PC Futbol. El punto más alto fue en la temporada 1998/99 cuando se vendieron más de 370,000 copias solo en España. Pero, como le sucedió a Ícaro, cuanto más alto volaron en Dinamic Multimedia, mas se acercaron al sol y terminaron todos prendidos fuego. Y este caso, el sol se llamaba José Ignacio Gómez-Centurión, dueño de Hobby Press. Periodista de trayectoria en diarios de tirada nacional, Gomez-Centurion utilizó el dinero de una indemnización por despido para montar su propia editorial en 1981 y rápidamente se hizo un nombre en el mundo de las publicaciones con revistas que tuvieron éxito inmediato (Microhobby, una de sus primeras creaciones, llegó a vender 100,000 ejemplares semanales). Este excéntrico hombre de negocios fanático de los loros –siempre que iba a las oficinas de Dinamic lo hacía con uno de estos pajarracos sobre sus hombros- se acercó a los hermanos Ruíz tiempo después de que la primera edición del PC Fútbol fuese lanzada. Pese al exitoso debut, las ganancias que dejó el juego apenas si sirvieron para enfriar los números rojos de una empresa que trabajaba a pérdida. La inyección de dinero que aportó Hobby Press fue crucial para salvar a Dinamic de la bancarrota y darles el plafón financiero para desarrollar todo el potencial del proyecto, pero también significó subir a bordo a un incómodo acompañante.

El nuevo socio no era una persona de fiar en muchos aspectos y se manejaba como un déspota en sus propios dominios. Sus empleados solían decir que Gómez-Centurión tenía dos maneras de hacer las cosas: delegando o, si esto no funcionaba, infundiendo miedo. Durante algún tiempo, su presencia en Dinamic Multimedia fue más bien testimonial y solo en momentos puntuales, pero, cuando vendió Hobby Press en mayo de 1998 por 3.000 millones de pesetas (aproximadamente €500 millones), el empresario editorial centró toda su atención en la industria de los videojuegos, un mundo del cual no sabía nada. Si bien para ese entonces las ventas del PC Futbol habían bajado un poco, aún seguía siendo el buque insignia y la fuente principal de financiamiento para Dinamic. De hecho, por esos días habían cerrado un acuerdo con los ingleses de Gremlin para lanzar en forma conjunta el PC Premier y competirle al cada vez más famoso Championship Manager, pero la traición estaba a la vuelta de la esquina. Al regreso de su viaje a Inglaterra, los hermanos Ruíz se encontraron que no podían entrar en su propia empresa. Aunque ellos sospechaban que Gómez-Centurión tramaba algo, no se esperaron un movimiento tan rápido y tan certero. El otrora salvador de Dinamic casi que los forzó a venderle su 30% de las acciones -antes intentó diluirlas, es decir disminuir su valor de forma ilegal- y se quedó con el control total de la compañía. Y ese fue el principio del fin.

El poco entendimiento del mundo de los videojuegos que tenía el nuevo propietario hizo que se deshiciera de aquellos que realmente sabían hacer el trabajo y delegó todo en las segundas líneas. A todo eso se le sumó una arriesgada apuesta en el mercado de las puntocom, un negocio que fue un boom durante los últimos años del siglo XX, pero, como toda burbuja financiera que finalmente explota, dejó un tendal de victimas para principios del siglo XXI. Metido de lleno en esta moda, Gómez-Centurión financiaba varios portales con las ganancias cada vez menores que obtenía del PC Fútbol. Finalmente, a tan solo tres años de hacerse con el control de la empresa, Dinamic Multimedia se declaró en quiebra y el PC Fútbol dejó de existir de manera oficial. La muerte del juego de video más exitoso de la historia de España no se debió únicamente a la avaricia de un empresario oportunista. Los hermanos Ruíz también tuvieron su cuota de culpa al no reinvertir cuando la gallina de los huevos de oro daba ganancias astronómicas. Durante años, y aún cuando el volumen de trabajo era mucho mayor, la plantilla de empleados siguió siendo escasa y algunos de ellos -como los artistas especialistas en diseñar la parte gráfica del juego- eran muy mal pagos. Si la calidad del producto no se resentía, era porque todos los involucrados realmente amaban lo que hacían. Recién sobre el final, Dinamic contó con la cantidad de trabajadores necesarios para llevar adelante una tarea de este tipo, pero ya era muy tarde. Si bien hubo intentos de revivir la franquicia, la magia no se pudo replicar y estos terminaron en rotundos fracasos.

***

En la Argentina, la primera edición del juego que salió a la venta fue el PC Fútbol Clausura 1995 y, a diferencia de Europa, en donde los simuladores de mánager ingleses ya habían comenzado a circular por todo el continente a principios de la década, en nuestro país se trató de una verdadera novedad. Como dijimos líneas atrás, la primera versión de una liga extranjera que desarrollaron los españoles de Dinamic fue el PC Calcio -mas precisamente el PC Calcio Scudetto 1994/95- y el encargado de confeccionar la base de datos en conjunto con Gaby Ruíz fue un joven entusiasta del fútbol llamado Julio Maldonado, hoy conocido por todos como Maldini, uno de los periodistas deportivos mas reputados de habla hispana. Ambos volverían a colaborar para la edición argentina, en una época donde la internet era un privilegio que solo podían permitirse algunos organismos de gobierno y el volumen de información con el que contaba el dúo era mucho menor. Así y todo, Gaby y Maldini pudieron sacar adelante el proyecto y, debido al éxito que recogió este juego tanto en Argentina como en España, Dinamic decidió seguir lanzado nuevas ediciones. En los primeros tiempos todo el trabajo de research y desarrollo con respecto a esta edición se realizaba en España, pero el éxito comercial obligó a los desarrolladores a delegar el trabajo y tercerizar el PC Fútbol argentino en programadores locales.

Ahora bien, el boom del juego en nuestro país se dio con su versión 5.0, en donde el usuario arrancaba a competir en el Apertura 1997 y tenia como novedad el modo Pro Manager, donde se arrancaba dirigiendo a alguno de los equipos más débiles de la B Nacional. Pero la novedad mas importante -y que a la postre se convirtió en la principal razón de su éxito- fue que, en el modo jugable, se incluían los relatos de Marcelo Araujo. Si bien la calidad de los gráficos era inferior a otros juegos como los de la saga FIFA, el hecho de escuchar a una voz familiar compensaba esas deficiencias. Ahora bien, que el juego haya comenzado a ser desarrollado por agentes locales no significa que la base de datos no tuviera algunos errores realmente insólitos. Uno de los mas recordados es que los desarrolladores le asignaron a Gimnasia y Tiro de Salta un presupuesto de US$ 167.785.231, muy por encima de los US$ 20 millones que tenían Boca y River. De esta manera uno podía terminar alineando una delantera integrada por Jorge Cevera, Eric Cantona y Roberto Baggio.

La primera edición que salió a la venta en Argentina fue la del Clausura 1995.

El caso de Juan Manuel Suligoy se inscribe en la categoría de errores de programación. Para la versión 6.0 del juego, este delantero santafesino surgido en Colón -fue parte del plantel que logró el ascenso a Primera en 1995- se encontraba jugando en Atlético de Rafaela, equipo que en ese entonces militaba en la Primera B Nacional. Hasta allí nada interesante. Pero lo verdaderamente curioso es que el Suligoy del PC Fútbol contaba con valores muy altos -su media era de 91- y era uno de los mejores futbolistas del juego, solo por detrás del brasileño Ronaldo. Ahora bien, históricamente en el juego hubo alguna trampa puesta de manera intencional por Dinamic, como por ejemplo la que hizo Gaby Ruíz con el jugador del Huachipato de Chile, Jorge Díaz. Cuenta el hoy ojeador del Leeds que, tras ver un partido de la liga chilena donde Díaz tuvo una gran actuación, quedó tan prendado del futbolista que decidió darle una de las calificaciones más altas en la siguiente edición. Pero lo de Suligoy fue algo totalmente casual, un error humano producto de las extenuantes horas de trabajo.

Lo cierto es que, a diferencia de su contraparte virtual, el cual conquistó la gloria y la fama, el verdadero Juan Manuel Suligoy nunca salió de Argentina y durante toda su carrera jugó en equipos del deep ascenso nacional como 9 de Julio, Ben Hur, Unión de Sunchales, Quilmes de Rafaela y Juventud Unida. En 2018, cuando llevaba años retirado y trabajaba como entrenador de juveniles, esta estrella que nunca fue rememoró su peculiar historia para el diario Infobae: «Fue una época difícil de jugar en el ascenso porque dabas vueltas, renegabas para cobrar, los clubes andaban mal. Por suerte surgió esta cosa linda que sigue en el tiempo. Mis jugadores conocen todo. Viven con los teléfonos, buscaron y les apareció. Cuando surgió la noticia que iban a sacar una versión nueva me venían a preguntar sobre el tema. Mis alumnos mas chiquitos, los de 9 años, me preguntan si era mejor que Ronaldo. Yo les digo que sí, después se dan cuenta y me reprochan. Los grandes me cargan«. Instalado en Cañada Rosquín, un pequeño pueblo de apenas 5.000 habitantes a medio camino entre Rosario, Córdaba capital y Santa Fe, todos reconocen a Suligoy como la celebridad local. Que se deba pura y exclusivamente a algo que solo sucedió en un mundo de fantasías es apenas anecdótico.

Tras retirase en Juventud Unida de Cañada Rosquín, Suligoy se afincó en el pequeño pueblo y se transformó en una celebridad local.

Deja un comentario